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Tercera (y última) parte de la entrevista a Franz Mohr

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Esta entrevista a Franz Mohr se ha dividido en tres partes y esta es la tercera y última parte de la misma. Si no ha leido las partes anteriores le sujerimos leer la primera parte de la entrevista a Franz Mohr y luego la segunda parte.

Tan pronto como llegaste a los Estados Unidos en el año 1962, tuviste la oportunidad de trabajar con Glenn Gould, quien fue conocido por ser un poco excéntrico. ¿Qué tan bien te llevabas con él?
Mi predecesor, Bill Hupfer, tenía una grabación de la sesión en el famoso estudio de grabación Columbia de la Calle 30, en donde él había afinado el piano de Glenn Gould. Él cayó en desgracia con Glenn Gould y yo había estado en América por tan sólo un par de días.

Franz Mohr

Bill debería haber sabido mejor: él vio a Glenn justo antes de grabar la sesión, puso su mano sobre el hombro del pianista, y le preguntó cómo le estaba yendo. Luego Glenn reclamó que su hombro había sido dislocado porque el afinador le dio una palmada en el hombro, lo cual no fue cierto. Él tuvo que cancelar los conciertos y tuvo un juicio con Steinway.

Bill no pudo afinar los pianos de Glenn nunca más, por lo cual Steinway me envió a mí para cuidar de Gleen Gould. Con el correr de los años nos volvimos muy buenos amigos. Durante los siguientes años, comencé a ir casi todos los meses a Toronto para hacer sus grabaciones. Él sabía que yo iría a Toronto con Rubinstein o Horowitz o Serkin y el nunca fue al concierto de ninguno de ellos. Pero él sabía que yo estaba llegando y entonces me recogía en el aeropuerto y se aseguraba de que pasáramos toda la mañana juntos, escuchando grabaciones y hablando.

Usted conoce a muchos de los pianistas más destacados del siglo XX—tanto en el aspecto musical como en el personal. ¿Encuentras algún patrón? ¿Qué los hace ser tan importantes?
En Alemania lo llamamos “Ausstrahlung”—una presencia, una comunicación del escenario hacia la gente, lo cual no mucha gente posee. Si tienes esto, no importa si tocas las notas correctas o no. Obviamente, Rubenstein, Horowitz y Serkin tuvieron esto.

Para finalizar debemos mencionar que actualmente Franz Mohr vive en Nueva York, y si bien está rondando los 80, aún viaja regularmente como técnico de pianos, profesor y conferenciante. Actualmente viaja junto al pianista italiano Mauricio Pollini. El libro de Mohrs, “My life with the great pianists” (Mi vida con los grandes pianistas), ha sido traducido a siete lenguas y está disponible en la mayoría de las librerías cibernéticas.

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  • La entrevista a don Franz Mohr podría haber sido interesantísima pero se centró en detalles de sus relaciones con los grandes intérpretes, pero casi ninguna pregunta técnica. Qué decepción.

  • La entrevista me parace muy buena, es realmente alentadora y constructiva para quienes quieren hacer algo mas en su vida que dar criticas negativas

  • Lamento profundamente haberme enterado recién de la existencia de una escuela que enseña la tecnología del piano. Sé de algunos intentos anteriores, pero creo que fracasaron, al menos, nunca más supe de progresos en ese aspecto. De modo que la noticia me llenó de alegría. Saber que existe aún personas como el señor Landolfi me llena de alegría. El señor Landolfi ha sido criticado por Internet y me apresuro a solidarizarme con él. Es una vileza criticar de esa manera tan poco sostenible por el simple hecho de que enseña algo que supuestamente debe ser secreto (o para pocos), teniendo en cuenta los antecedentes de la persona atacada. Bueno, así está el país y también Internet. Por suerte Internet «se salva» porque por su intermedio supe de la escuela de tecnología pianística Tengo apenas unos pocos años menos que el seño Landolfi. Desde mis 14 años hasta hoy admiré y admiro la personalidad de Vladimir Horowitz. Desde esa edad, recuerdo que escuchaba por Radio del Estado» las ejecuciones del Horowitz: Variaciones sobre el tema ´Ricordanza´», de K. Czerny, y la endiablada ejecución jamás igualada de la sexta rapsodia húngara de Liszt, que la reconocería entre cien distintos ajecutantes (no me pregunten por qué), A fines de los años 90 el famoso piano «314» de Horowitz y arribó a Buenos Aires gracias a los buenos oficios de la casa Breyer. También pude junto con mi esposa, tocarlo. Quisiera que alguien que sepa me regule mi piano con esa sensibilidad (Kawai, 1/4, 1980).El frente, es decir el dorso de la tapa, tenía raspones quizá debidos a las uñas de Horowitz (recuérdese su manera particular de «poner» sus manos en el teclado).
    Así como el señor Landlfi hizo la traducción de una entrevista al afinador señor Frank Mohr, yo hice algo parecido con el libro original en inglés «Evenings with Horowitz», de modo que recuerdo las anécdotas del señor Mohr muy bien cuando se refiere a la entrevista Horowitz-Perahia. De modo que… muchas gracias, señor Landolfi, es un placer. Me agradaría conocerlo. Yo vivo en San Miguel, provincia de Buenos Aires. En estos momentos estoy en Italia visitando a parte de mis nietos, mi hija y yerno. Bueno, señor Landolfi…¡tiene usted mi dirección electrónica! Lo saludo muy cordialmente.

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