Un siglo atrás, un piano era un accesorio fundamental en casi todas las salas de estar. Las familias alquilaban pianos verticales, espinetas o de cola, lo que era una obligación esencial como tener un auto hoy en día. El alguiler de pianos era ofrecido por algunos fabricante de pianos y una serie de tiendas al público.
Las ventas de piano se dispararon en los años 1920s, en donde más de 365,000 eran alquilados o comprados cada año. La depresión americana hizo que el número baje a 50,000 en el año 1932, y se disminuyeron aun más con el invento de la televisión 20 años más tarde –y, más recientemente, la falta de educación musical en la mayoría de las escuelas públicas.

Luego, a mediados de los 90 llegó el libro «El Efecto Mozart«, el cual hablaba del impacto que la música creaba en el desarrollo del cerebro de los chicos. De repente, los padres querían que sus hijos vuelvan a tocar instrumentos, una tendencia que continua hoy en día. Debido a esto, la Cunningham Piano Co., una prestigiosa institución americana desde el año 1891, decidió tomar un gran paso y volver a fabricar pianos. Su instrumento más nuevo, el cual tiene un remarcable y gran sonido, va a ser presentado en un concierto el 30 de Julio por el renombrado pianista Hugh Sung en el Museo de Arte Woodmere.
Los nuevos pianos Cunningham son armados en Shanghai, China, con teclas italianas, cuerdas alemanas, mecanismo japones y partes de varios otros países. Un piano de esa fábrica de Shanghai es el oficial de las Olimpiadas de Beijing. «Debido a que no fabricamos las partes que unimos aquí, no nos consideramos fabricantes de pianos», dijo Timothy Oliver, quien, siendo compañero y empleado por un largo tiempo de Richard Galassini, compró la fábrica Cunningham en febrero pasado.
«Pero nosotros los diseñamos sobre nuestros propios términos, con un íntimo conocimiento de todas las partes», continuó diciendo Oliver. «Estos pianos tienen una paleta única de tonos. Antes de que salgan a la venta, se pasan varias horas en nuestra fabrica para afinarlos, ajustarlos y hacerlos perfectos antes de entregarlos». En sus grandes días, Cunningham construía más de 2,000 pianos al año, la mayoria de ellos verticales.
0 comments