El piano Schimmel modelo Pegaso al principio pareció solo un alucinante diseño de concepto fantasioso por parte del excéntrico diseñador alemán, el profesor Luigi Colani, conjuntamente con el fabricante de pianos alemán Nikolaus W. Schimmel, quien heredo un espíritu pionero de parte de su abuelo y su padre. Su visión era liberar al magnifico piano, el más expresivo de los instrumentos acústicos tradicionales, de su forma, la cual había cambiado apenas en los últimos 150 años, así como impartir al piano vertical un diseño futurista. Para ellos, era imperativo innovar sobre el sonido y la forma de los pianos y por ello se hizo necesario impregnar a estos nuevos y extraordinarios instrumentos musicales con un diseño en el cual el pianista debía ser una parte integral de ellos.
La Madre Naturaleza jugaba un rol decisivo en todo esto pues el profesor Colani, quien alterna en sus visitas entre Tokio, Los Ángeles, Berlín y Paris, está en franca oposición a todo lo que sea esquinas y bordes rectos y angulosos. Para él, sólo una forma cuenta: el óvalo. El la considera como una de las más perfectas formas de la naturaleza, y este es el arquetipo de muchas de sus renovadas creaciones internacionales. Porque nada es más impecable que un huevo. Nada se siente más confortable en nuestras manos que una piedra alisada por las mareas del océano con forma ovoide. Nada es más estético que la forma barrida de una duna de arena formada por el viento.
Esta natural belleza y elegancia se encuentra reflejada en el magnifico piano Pegaso. Una belleza que vive y respira, de la cual siempre emana un aura de erotismo cuando uno toca el espejado lustre de las curvas y superficies del instrumento. Una belleza que parece ser ingrávida, incorporando las vibraciones invisibles del perfecto balance del sonido. Y el pianista también. El o ella se vuelven parte del instrumento, y ambos se vuelven uno.
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