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José Carreras: Una vida ejemplar

 
 

El cantante José Carreras nació el 5 de Diciembre de 1946 en Barcelona, la capital de Cataluña, una región de España con lenguaje y cultura propios. Recordemos que el verdadero nombre de Carreras es Josep, la versión catalana de José. El menor de los tres hijos de Antonia Coll-Saigi y Josep Carreras-Soler, ha descrito su niñez como feliz y completamente despreocupada. Esto es en parte un tributo a sus padres, quienes pasaron por graves condiciones económicas durante los años siguientes a la Guerra Civil Española. La familia emigró a Argentina brevemente en 1951 en lo que resultó ser una búsqueda para una mejor vida sin éxito alguno, regresando a Barcelona en menos de un año. José cantaba a los pasajeros del barco de vapor durante su viaje de Argentina a Barcelona. Cantaba a las clientas en la peluquería de su madre.

Y, cuando llegó a su casa luego de ver a Mario Lanza en “El Gran Caruso”, cantó para su familia todas las arias que Lanza había cantado en la película, especialmente la "Donna e Mobile" que parecía tenerlo fascinado. Inició sus lecciones de piano y canto con Magda Prunera, la madre de uno de sus amigos de la infancia. Y a los seis, luego del colegio comenzó a asistir al conservatorio local de música. Ya a los 18, de una voz soprano pasó a una tenor. Primero estudió con Francisco Puig y, posteriormente con Juan Ruax, a quien Carreras ha reconocido como su padre artístico.

Fue Ruax quien lo alentó para audicionar en lo que sería su primer rol de tenor en el Liceo, así consiguió el papel de Flavio en la ópera Norma. Este rol menor tuvo mayores consecuencias para su carrera. La belleza de las pocas frases que cantó como Flavio fueron notadas no sólo por los críticos sino también por la gran soprano con el papel principal, Montserrat Caballé. Ella le pidió que cantara Gennaro junto a ella, en la obra Lucrezia di Borgia de Donizetti, su primer papel principal de adulto, y el único que él considera como su “real” debut como tenor.

Jose Carreras

Si Ruax fue su padre artístico, entonces Caballé se convirtió de varias maneras en su madre artística. Carreras continuó creciendo en lo que se ha llamado “Una de las estrellas operísticas más completas con las que se ha trabajado. Su musicalidad, inteligencia, habilidad dramática, por no mencionar su magnífica voz que lo hace un completo artista”. Lo que es tal vez, bastante inusual en la carrera de José es que a los 28 años, cuando muchos cantantes de ópera recién comienzan a dejar su marca, él ya había cantado como tenor en 24 óperas diferentes tanto en Europa como en Norte América y había debutado en cuatro de las más importantes casas de ópera, incluyendo en la Viena Staatsoper en 1974 como el Duque de Mantua en la ópera Rigoletto; en la Real Casa de Opera de Londres en 1974, como Alfredo en La Traviata; en la Metropolitan Opera de Nueva York en el año 1974, como Cavaradossi en Tosca; en La Scala de Milán en 1975, como Riccardo en Ballo in Maschera.

Esta última obra está intrincadamente ligada tanto a su vida artística como a su vida personal. Carreras se casó con Mercedes Pérez en 1971. Su primer hijo, Alberto, nació en 1972, un día después de que carreras hubiera interpretado a Riccardo por primera vez, en la obra Parma. En 1978 nació Julia, un día después de que hubo terminado de grabar Ballo in Maschera en Londres. En la cima de su carrera, José Carreras estaba cantando más de 70 obras al año, y viajaba constantemente alrededor de todas las casas de ópera del mundo.

 

En 1987, en su momento más esplendoroso, se le diagnosticó leucemia aguda con una probabilidad de 1 sobre 10 en sobrevivir. Debido a que los médicos de Barcelona no tenían las habilidades necesarias para ayudarlo, se trasladó a la Clínica Fred Hutchinson en Seattle, Washington. La Misa Criolla habría sido su última grabación, y su presentación en la obra I pagaliacci en La Scala, la última vez que cantó en un escenario.

Luego de su recuperación, una de las primeras personas a las que fue a ver fue al gran director australiano Herbert von Karajan, un músico con quien José había tenido una afinidad instintiva. Carreras encontró fascinante “como Karajan te hacía sentir como si fuera tu padre, dirigiendo sólo para ti.”

Desde 1989, su Fundación ha añadido una nueva dimensión y un nuevo propósito a su vida. Muchos de los conciertos y recitales que da ahora son beneficios para la Fundación Internacional de Leucemia de José Carreras. El concierto “Los tres tenores” de 1990 en Roma, fue concebido inicialmente con el fin recaudar dinero para su Fundación y como medio para los colegas de Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, de darle la bienvenida a su “pequeño hermano” de vuelta al mundo de la ópera.

Para mucha gente, la primera vez que escucharon o incluso oyeron al cantante fue mediante uno de los Tres Conciertos de los Tenores. Pero para quienes han descubierto a “ese otro” y han escuchado su legado de grabaciones desde los setentas hasta comienzos de los ochentas, han descubierto también, a una de las voces más hermosas del siglo XX.

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